viernes, 31 de enero de 2014

Start-Up Chile: bendita casualidad


Chile ha logrado importantes avances en emprendimiento innovador en los últimos años, prueba de ello es que Santiago ocupa hoy un lugar privilegiado dentro de las veinte mejores ciudades de mundo para el nacimiento de nuevos negocios globales. A primera vista pareciera que alguien ha hecho muy bien el trabajo y  que se ha avanzado bastante en la misión de convertir a Chile en un polo de innovación, pero ¿cuánto de estos resultados responden a una planificación y cuanto a improvisación?

Hay un antes y un después de Start-Up Chile, qué duda cabe, estamos ante un excelente ejemplo de innovación que entregó a Chile un lugar en el mapa mundial del emprendimiento innovador, no precisamente por sus startups, sino por la novedosa política pública detrás de este programa ejecutado por CORFO que ofrece a emprendedores extranjeros una Visa de trabajo y 40 mil dólares para validar un negocio desde Chile. Este programa logró captar la atención de emprendedores de todo el mundo y como la mayoría de las buenas ideas las copias no tardaron en llegar: Estados Unidos lanzó su propia versión, le siguieron Noruega, Brasil, Perú y varios más.

Pero a mérito de la verdad, Start-Up Chile no estaba en los planes de nadie el año 2010, fue un solitario y visionario emprendedor el de la idea y quien convenció al entonces ministro de economía, Juan Andrés Fontaine, de implementar este programa, luego la CORFO se hace cargo de su ejecución, más de mil proyectos apoyados, prensa especializada y expertos de todo el mundo destacando la iniciativa y como una “bendita casualidad” pasa a convertirse en el programa estrella del gobierno de Sebastián Piñera.

Aún con todos los créditos que se merece un gobierno que decide innovar con un programa de este tipo, surge inevitablemente la siguiente pregunta: ¿Qué sería de este gobierno sin Start-Up Chile?, o más importante aún, ¿Qué sería de nuestro ecosistema startup sin este programa? La respuesta evidencia que, no obstante los buenos resultados, lamentablemente las políticas de fomento al emprendimiento innovador llevadas a cabo en la última década no han estado a la altura de los desafíos de Chile. Creo que ya es tiempo de dejar de improvisar y definir políticas más serias y cambios de fondo en el apoyo a la generación de las empresas del futuro, aquellas que prometen cambiarle la cara al país y al mundo.