viernes, 30 de mayo de 2014

Acelerando personas, no startups


Una de las creencias más limitantes y arraigadas del mundo actual es que lo que nos impide lograr nuestros objetivos es la falta de dinero, contactos, conocimiento, etc. La mayoría de la gente cree que si tan solo supiera más de negocios, o si conociera a cierta persona influyente, o si tuviera cierta cantidad de dinero, entonces podría ser exitoso.

Esta visión es incorrecta porque ignora (convenientemente) el factor más importante detrás de nuestro éxito: nosotros mismos.


Lamentablemente, esta visión se ha expandido a los ecosistemas nacientes de emprendimiento en Latinoamérica, desde las aceleradoras e incubadoras hasta las universidades y startups.


Muchas de estas plataformas de desarrollo de emprendedores se han enamorado de ciertos modelos teóricos que tratan de enseñar y sistematizar cómo lanzar, crecer y vender negocios. El ejemplo más claro es el clásico intercambio de capital, espacio de coworking y mentores a cambio de equity, pero la cosa no termina ahí. Desde metodologías como Lean Startup y esquemas como Business Canvas, pasando por eventos donde se resalta la historia de algún emprendedor exitoso y hacemos networking para cambiar tarjetas y ‘elevator pitches’ sobre quiénes somos; los procesos que intentan sistematizar el éxito abundan.

Estos espacios y modelos son valiosos, pero no suficientes. Estamos dejando de lado el paso previo necesario para que estas plataformas puedan generar resultados positivos. El desafío no es crear más cadenas de montaje de startups, sino trabajar sobre la materia prima, el factor más importante de cualquier negocio: la persona.

La desaceleración de las aceleradoras 
Por suerte, el mundo sigue avanzando y arrojando nuevos desafíos a los que debemos responder o perecer. Las aceleradoras, líderes en la popularización y “glamourización” del mundo emprendedor, no son la excepción. Este modelo se expandió alrededor del mundo en los últimos años gracias al éxito de Y Combinator, pero ahora enfrenta una desaceleración debido a que, como dice Peter Relan, fundador de la incubadora YouWeb, el 90% de las aceleradoras van a fracasar ya que al igual que las startups, solo puede haber unos pocos ganadores.

El problema es que el 99% de las aceleradoras han querido replicar el modelo de Y Combinator, asumiendo que podrían sistematizar el éxito. Es por esto que la mayoría de las aceleradoras alrededor del mundo se limitan a difundir modelos y filosofías provenientes de otras partes del mundo: porque solo saben replicar y sistematizar. Con la decisión de Y Combinator de sextuplicar su inversión inicial para las startups aceptadas en su programa (propuesta que pocas aceleradoras pueden replicar), el escenario es claro para los emprendedores prometedores sobre cuál es la aceleradora de primer nivel, y cuáles las menos importantes.

Aquellas aceleradoras que quieran competir simplemente ofreciendo capital y esquemas teóricos tendrán cada vez mayor dificultad para atraer las startups excepcionales que necesitan para que su modelo de negocio funcione. A medida que crece la importancia de encontrar temprano la gran idea y el talento, crece el riesgo de fracaso para aquellas aceleradoras (y los emprendedores que apliquen a sus programas) que vean el éxito como una cadena de montaje. Esta es la amenaza y oportunidad para las plataformas y los ecosistemas que quieran seguir creciendo en este mundo hiper-conectado e hiper-competitivo: aceptar la ambigüedad inherente en la vida de un emprendedor y su startup, para así encontrar maneras de potenciar a la persona de modo que incremente las posibilidades de éxito del negocio. 

De-turistificando a los emprendedores 
Mi heurística personal es que mientras más haya leído o escuchado sobre cómo hacer negocios o ser un emprendedor exitoso, peor emprendedor es. En mi experiencia, hay un relación inversa entre su capacidad de lidiar con los desafíos del día a día en la vida del emprendedor, y la cantidad de clases, eventos y redes en los que alguien participa, o libros que lee sobre cómo ser exitoso en los negocios.

Creo que esto ocurre porque estas personas terminan esperando que la realidad responda a los modelos teóricos que han absorbido, desde cómo “se supone” que se debe lanzar una startup (pidiendo dinero) hasta cómo conseguir clientes. Estas personas son excelentes empleados, porque saben innovar y emprender cuando son contenidos por una red de soporte donde no tienen que lidiar con la parte más difícil de ser emprendedor: la incertidumbre, la ambigüedad, la disciplina.

Aquellos que no han sido contaminados por tanta teoría, por el contrario, son de los mejores emprendedores que conozco, porque se dedican a transformar la realidad con acciones, en lugar de esperar que la realidad responda a sus modelos.

Precisamente, en Exosphere nuestra misión es ‘de-turistificar’ la creación y crecimiento de emprendedores, asumiendo la ambigüedad e incertidumbre del proceso. La paradoja es que la mejor manera de sistematizar la creación de buenos emprendedores, es aceptar que es una tarea imposible. Una vez que uno acepta ese riesgo, tiene mejores chances de lidiar con la realidad del proceso.

Oportunidad, amenaza y llamado a la acción 
Los emprendedores necesitan distintas cosas en distintas etapas. Hay un momento para aprender una habilidad o conjunto de contenidos concretos que después serán empleados en el desarrollo del producto, y la universidad es un gran lugar para eso. Hay un momento para pedir financiamiento y contactos, y las aceleradoras son un gran lugar para eso. Pero también hay un momento donde uno primero debe aprender a abandonar la pasividad y actitud paternalista que hoy contagia a muchos “emprendedores”.

Hay un momento para aceptar que sin disciplina, tolerancia al riesgo, perseverancia flexible, coraje frente al ‘qué dirán’, y una búsqueda implacable por rodearnos de los aliados necesarios, no tenemos chances de utilizar bien los recursos que muchas plataformas ofrecen.

El llamado es para todas aquellas plataformas que están involucradas en el desarrollo de emprendedores y ecosistemas de innovación. No necesitamos más jóvenes con la ilusión de que emprender es pedirle plata a inversores. No necesitamos más personas que quieran comenzar con la plata de otro porque no saben cómo crear algo o convencer a alguien.

Necesitamos más aceleradoras de personas donde el resultado obtenido es incorporar disciplina, coraje, empatía, humildad, curiosidad, para que luego sepan cómo aprovechar las posibilidades que proveen las aceleradoras, incubadoras, universidades, etc.

Solo combinando personas fuertes con las herramientas correctas podremos ver un crecimiento sostenido de emprendimientos exitosos y ecosistemas innovadores autosustentables.


Este post  fue escrito  por Carlos Miceli en Pulso Social.  Carlos es cofundador y CEO de Exosphere. Ha liderado varios programas de aprendizaje de innovación profesional, fue Asesor de Innovación en el Gobierno de Buenos Aires, y participó en las campañas de marketing de dos best-sellers internacionales sobre negocios y cambios en el mundo laboral. Twitter: @CarlosMiceli

miércoles, 28 de mayo de 2014

La Serena y Coquimbo, ciudades startup de Latinoamérica

Tengo un sueño, en realidad muchos, pero uno en especial y muy recurrente…

Carlos y Jorge, dos jóvenes serenenses que desde hace un par de años se dedican al desarrollo de juegos, acaban de superar el millón de descargas en uno de sus juegos para smartphone y lideran el top 10 de este tipo de aplicaciones en Chile. Por otro lado, Cristian y Carlos, creadores de una plataforma de reserva de alojamientos informales lograron levantar capital de riesgo de un inversionista de Santiago y afinan su estrategia de escalamiento a Latinoamérica. Finalmente Fernando, un joven estudiante de un instituto local y fundador de Moraleja Games, se encuentra desarrollando un juego en plataformas 2D para niños de 7 a 12 años  y acaba de ser becado por PlayStation en su programa PlayStation®Mobile Developer.
Los tres casos anteriores son ejemplos reales de emprendedores  locales que están luchando por llevar sus startups más allá de lo que normalmente aspira un emprendimiento local, en palabras de un destacado mentor nacional son pequeñas nuevas empresas que nacieron para crecer y que lucharán por ofrecer valor a millones de personas en el mundo.  Hace un tiempo tuve la oportunidad de conversar amenamente con Andrés Barreto, cofundador de Grooveshark, un potente motor de búsqueda y recomendación de música online que permite a los usuarios buscar y subir música de forma libre y gratuita. Grooveshark tiene un flujo de 100 hasta 110 millones de canciones al mes, además de 35.000.000 de usuarios registrados. En abril de 2009, su audiencia creció a un ritmo del 2 o 3% por día. Andrés es colombiano y actualmente reside en Nueva York, y mientras nos contaba su historia como emprendedor y como nació Grooveshark no dejó de llamarme la atención el hecho de que esta plataforma no se creó en San Francisco, Nueva York, Tel-Aviv o Santiago, nació en Gainesville, una pequeña ciudad ubicada en el condado de Alachua en el estado estadounidense de Florida y cuya población apenas sobrepasa los cien mil habitantes.

Es cierto que muchas veces las metrópolis ofrecen ventajas muy atractivas para aquellos emprendedores que están pensando sus negocios de forma global: mejor conexión, mejores redes de contacto y mejor infraestructura, entre otros. Pero así como Andrés y sus amigos lograron desarrollar Grooveshark en un pequeño pueblo de un estado conocido por diversas razones pero no precisamente por su desarrollado ecosistema de emprendimiento, creo que  también es posible pensar en que La Serena y Coquimbo, con sus casi 40 mil estudiantes y sobre 30 instituciones de educación superior, puedan seguir el camino de ciudades como Medellín en Colombia, que no siendo capital se alza como una de los centros startup de Latinoamérica.

Esta semana leí sobre otro caso,  el de Manizales, también en Colombia y en donde la ciudad completa está embarcada desde hace casi dos años en un esfuerzo común para mejorar su ecosistema de emprendimiento dinámico. Esta iniciativa se denomina Manizales Más y participan activamente el gobierno regional, universidades, empresas, fundaciones, y una potente alianza con Babson College, la escuela número uno en la enseñanza del emprendimiento en el mundo. La invitación que la ciudad le hace a sus habitantes y también a emprendedores de Latinoamérica es a creer en la ciudad y su potencial: Una ciudad universitaria y joven, reconocida como una ciudad que acoge a los buenos negocios y una ciudad top en calidad de vida según mediciones a nivel país. ¿Alguna similitud con La Serena y Coquimbo? Claro que sí! Excepto en que acá no nos hemos puesto de acuerdo en nada de lo que Manizales sí.

Existe un incipiente grupo de emprendedores locales que tienen hambre y ganas de conquistar el mundo desde la región estrella y desde el sector público y privado debemos estar a la altura de sus sueños porque finalmente la concreción de esos sueños podría, tal vez en un futuro no muy lejano, cambiar por completo nuestra realidad y de paso alcanzar uno de mis sueños recurrentes: que La Serena y Coquimbo se conviertan en las ciudades Startup de Latinoamérica por excelencia. La tarea es difícil pero nuestros jóvenes emprendedores ya la comenzaron.

viernes, 31 de enero de 2014

Start-Up Chile: bendita casualidad


Chile ha logrado importantes avances en emprendimiento innovador en los últimos años, prueba de ello es que Santiago ocupa hoy un lugar privilegiado dentro de las veinte mejores ciudades de mundo para el nacimiento de nuevos negocios globales. A primera vista pareciera que alguien ha hecho muy bien el trabajo y  que se ha avanzado bastante en la misión de convertir a Chile en un polo de innovación, pero ¿cuánto de estos resultados responden a una planificación y cuanto a improvisación?

Hay un antes y un después de Start-Up Chile, qué duda cabe, estamos ante un excelente ejemplo de innovación que entregó a Chile un lugar en el mapa mundial del emprendimiento innovador, no precisamente por sus startups, sino por la novedosa política pública detrás de este programa ejecutado por CORFO que ofrece a emprendedores extranjeros una Visa de trabajo y 40 mil dólares para validar un negocio desde Chile. Este programa logró captar la atención de emprendedores de todo el mundo y como la mayoría de las buenas ideas las copias no tardaron en llegar: Estados Unidos lanzó su propia versión, le siguieron Noruega, Brasil, Perú y varios más.

Pero a mérito de la verdad, Start-Up Chile no estaba en los planes de nadie el año 2010, fue un solitario y visionario emprendedor el de la idea y quien convenció al entonces ministro de economía, Juan Andrés Fontaine, de implementar este programa, luego la CORFO se hace cargo de su ejecución, más de mil proyectos apoyados, prensa especializada y expertos de todo el mundo destacando la iniciativa y como una “bendita casualidad” pasa a convertirse en el programa estrella del gobierno de Sebastián Piñera.

Aún con todos los créditos que se merece un gobierno que decide innovar con un programa de este tipo, surge inevitablemente la siguiente pregunta: ¿Qué sería de este gobierno sin Start-Up Chile?, o más importante aún, ¿Qué sería de nuestro ecosistema startup sin este programa? La respuesta evidencia que, no obstante los buenos resultados, lamentablemente las políticas de fomento al emprendimiento innovador llevadas a cabo en la última década no han estado a la altura de los desafíos de Chile. Creo que ya es tiempo de dejar de improvisar y definir políticas más serias y cambios de fondo en el apoyo a la generación de las empresas del futuro, aquellas que prometen cambiarle la cara al país y al mundo.